Un paseo verde disfrutando de la albolafia del Guadalquivir, contemplando: su molino, el puente romano, la puerta del puente, la torre de la Calahorra y esa inconfundible silueta que dibuja la ciudad. Hacia el final una ancha calle de fría piedra nos invita a descubrir su plaza de impronta medieval, en donde una fuente evoca y mantiene viva su identidad, la del Potro.